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Presidente, seguimos esperando

Por: Mauricio Aguirre Corvalán   

Pasó el intento de vacancia, sólo 32 congresistas votaron a favor de sacar de Palacio de Gobierno a Martín Vizcarra, y se cerró así un nuevo capítulo del triste espectáculo de confrontaciones que nos regalan casi a diario el Presidente y el Congreso.

Pero la frustrada vacancia no es el final de la historia. Ni para el Congreso que seguirá buscando arrinconar al Ejecutivo, ni para el presidente Vizcarra, que todavía tiene muchas explicaciones que dar y que en su condición de primera autoridad del país, poco favor se hace escudándose en la investigación fiscal del caso Richard Swing y todas sus aristas e implicancias.

Del Congreso mucho no podemos esperar. A la luz de los acontecimientos, ha quedado claro que a los acusadores del Presidente les interesaba poco la verdad. Era una venganza jugada en pared con la presidencia del Congreso. Mantener al congresista Edgar Alarcón en la presidencia de la Comisión de Fiscalización es la mejor muestra del génesis del fracasado intento de vacancia.

Del Presidente esperamos, y exigimos, mucho. Hace un par de días en Chanchamayo Vizcarra dijo que no había tiempo que perder en discusiones estériles entre políticos, en una evidente urgencia de querer enterrar el caso Richard Swing. Para su mala fortuna, cada día que pasa las investigaciones desentierran más certezas de su relación con Richard Cisneros y de su interés en ayudarlo a conseguir chamba en algún ministerio.

El domingo el programa Punto Final de Latina TV mostró los correos que el círculo más cercano del presidente había borrado en su intento de eliminar las huellas del paso de Richard Cisneros por Palacio. Uno de ellos es particularmente significativo.

El correo es del 7 de agosto de 2017, cuando Vizcarra todavía era vicepresidente, y fue enviado por su entonces asistente administrativa Karem Roca a un funcionario del Ministerio de Cultura. Allí Roca le dice que “tome conocimiento y las acciones pertinentes según lo solicitado”, y agrega que el “señor vicepresidente” ya había conversado con el entonces ministro Salvador del Solar. El tema era un proyecto denominado “Perú yo te amo” que Richard Cisneros quería presentarle a Vizcarra, por lo que le pedía al propio vicepresidente que ordenara a “quien corresponda” para que agende una reunión entre ambos.

De aquí se desprenden dos cosas. Ya en el 2017 existía una relación cercana entre Vizcarra y Cisneros, y que esa relación no pasaba desapercibida para el entonces vicepresidente, ya que ordena que el tema sea visto por el ministerio de Cultura. Ya quisieran muchos que su pedido sea tramitado con tanto entusiasmo por una de las más altas autoridades del país.

Así las cosas, lo más probable es que con el correr de las semanas aparezcan más revelaciones que exijan explicaciones del Presidente. Y es que la verdad, la transparencia y la honestidad no son discusiones triviales como pretenden hacernos creer. Son la columna vertebral de un sistema democrático que busca consolidarse y perdurar en el tiempo.

Todavía cuesta creer como, gracias al propio Presidente y su entorno más cercano, el caso Richard Swing pasó de ser un potencial error político a una investigación fiscal con consecuencias delictivas. Ahora ya es muy tarde y Martín Vizcarra parece envuelto en un laberinto sin puerta de salida a la vista.

Pero en política los errores se aceptan y nunca es tarde para asumirlos. Ahí radica la grandeza de los que quedan en la historia. Por eso hay tan pocos personajes políticos que han quedado en nuestra historia. Para bien digo, porque para mal, sobran.

Señor Presidente de la República seguimos esperando. Merecemos una explicación.

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