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La fuerza de la ingratitud

POR: CÉSAR CARO JIMÉNEZ

Hay una frase de Garcilaso Inca de la Vega referida a la idiosincrasia del Perú, que en está ocasión quiero aplicar a Ilo en relación al actuar de casi todas sus autoridades, durante los cincuenta años que tiene como provincia. Aquella que a la letra dice: «¡Oh Perú madre de extraños y madrastra de tus hijos!».

Por ello quiero referirme a un ileño, a alguien que –al margen del puesto y poder que tenía en esos instantes–, no perdió su modestia ni dejo de reconocer a sus amigos, como muchas veces ha sucedido en el caso de otros personajes del ayer y del hoy, que teniendo poder poco o nada hicieron o han hecho por Ilo y por el departamento.

Por ello, tampoco entiendo la manifiesta ingratitud para con la persona de don Jorge Fernández Maldonado Solari, quien siendo tan solo un general de división que era ministro de Energía y Minas en el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada, presidido por Juan Velasco Alvarado, logró hacer realidad el proyecto de ley que habían preparado en forma conjunta mi tío carnal José Caro Cosío y don Enrique Rivero Vélez, para elevar al distrito de Ilo a la categoría de provincia.

Pero no solamente tuvo un papel decisivo en la dación de la norma, también posteriormente, a pedido de amigos como Justo Lem, Javier Valdivia y otros que ya no están con nosotros, en forma silente y sin muchos aspavientos propició que maquinaria del Ejército se desplazara a nuestro puerto para colaborar en el afirmado de muchas de sus calles, aparte de mejorar el servicio eléctrico tanto de Ilo como de Moquegua, incluyendo la electrificación de ambos valles.

Y, además, –como olvidarlo–, tuvo un papel decisivo tanto en la decisión de construir la Refinería de Cobre de Ilo por parte de Minero Perú, como en la celebración del contrato de Cuajone que obedeció a la problemática internacional, aspecto que años después me confió y que algún día relataré. Pero eso sí: procuró que en el mismo estuviese establecido que la laguna Suche estaba ubicada en el “distrito de Carumas, Provincia de Mariscal Nieto, Departamento de Moquegua”.

Sin embargo, a pesar del papel decisivo que tuvo en la historia de la creación de la provincia de Ilo y en su desarrollo económico al darle mayor valor agregado a nuestro cobre, retomando la frase de Garcilaso Inca de la Vega, con tristeza veo que a pesar de los años transcurridos nuestras autoridades siguen prefiriendo a extraños antes que a los propios y si algo hacen, en tan solo un simple maquillaje como dándole razón a Lutero cuando escribe “Tengo tres perros peligrosos: la ingratitud, la soberbia y la envidia. Cuando muerden dejan una herida profunda”.

Y sé que hay por ahí habrá alguna voz que expresara una vez más su rechazo aduciendo que estuvo en un gobierno de facto. Innoble y envidiosa excusa si consideramos que una de nuestras provincias lleva el nombre de un dictador militar, que además de no haber nacido en nuestra región, poco o nada hizo por ella, nombre que quizás ya es hora de cambiar. Y esto, sin dejar de señalar que muchos otros lugares y sitios de uso colectivo llevan el nombre de ilustres personajes, pero que poco o nada han tenido que ver con nuestro devenir histórico.

Pero, sin embargo, no quiero llamarme al engaño.

Sé, o casi tengo la seguridad de que la ingratitud continuará y el reconocimiento a Fernández Maldonado será mínimo y poco trascendental, cuando se merece una distinción o agradecimiento mayor.

Porque si alcaldes ileños, como Ernesto Herrera Becerra y Jorge Mendoza Pérez no lo hicieron, menos lo hará el actual alcalde, quien no nació en esta provincia.

El general Jorge Fernández-Maldonado fue Ministro de Energía y Minas en el gobierno de Juan Velasco, de 1969 a 1975; luego, durante el gobierno de Morales Bermúdez fue Presidente del Consejo de Ministros, Ministro de Guerra y Comandante General del Ejército. Pasó al retiro en 1976. Fue uno de los fundadores del Partido Socialista Revolucionario y senador por Izquierda Unida entre 1985 y 1990.
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