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El agua es tuya, mía y de aquel

Por: Bernardino Rodríguez Carpio

Todos los pueblos de la costa peruana, subsisten por el agua que discurre desde las cumbres de los Andes hacia el mar. Pero si los pueblos de las alturas se opusiesen y pudieran impedir que los ríos bajen a la costa, en ésta no habría vida. No se crea que esto es utópico, pues hay veces que lo logran; no por arte de magia por cierto, mediante acciones judiciales.

El valle arequipeño del Tambo, en la provincia de Islay, ve secarse parte de sus sembríos en cierta época del año por falta de una represa que regule el abastecimiento. Millones de metros cúbicos se van al mar. Los estudios señalan que el lugar apropiado para ésta es Paltuture, en el Altiplano. Pero medidas cautelares interpuestas todavía en el 2016 por la Municipalidad de Puno y el respectivo gobierno regional, tienen paralizadas las acciones iniciales tendientes a convocar a licitación pública para la elaboración de los estudios técnicos del proyecto hídrico.

Por cierto, ha habido acciones gubernamentales para buscar un acuerdo beneficioso para unos y otros. Más todo es infructuoso. Autoridades ediles y regionales no aceptan usen su “propiedad”. Aplicando este criterio, toda la costa usurpa aguas que no son suyas. Cuidado que un día de estos, quieran impedir que el río Desaguadero, que nace del Titicaca en el lado peruano, discurra hacia Bolivia.

Alarma existan autoridades con criterios tan jalados de los cabellos. La cosa es oponerse y punto. Más grave es todavía existan magistrados ignorantes de lo que la ley dispone sobre el uso de las aguas en el plano nacional. Es de todos, nazcan donde nazcan. Son las venas que irrigan todo este cuerpo humano llamado Perú.

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