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Covid 19, el tráfico de nuestros datos y la vigilancia masiva

POR: @PEPE_BURGA (LEGAL TECH, POLITÓLOGO Y ESCRITOR)

PEQUEÑA CATARSIS INTRODUCTORIA

Esta semana que ha pasado, no sé en el caso de ustedes, pero particularmente la he sentido más pesada y más cargada que otras. La “desescalada” parece que no llega y la danza finalmente se ha convertido en un carnaval. Y es que, en verdad, todo se viene juntando y acumulando. Ahora no solo vemos las noticias diarias de feminicidio y asaltos; la muerte de George Floyd ha conmocionado a todo el mundo y la frase “I can’t breathe” puede convertirse en el nuevo lema que dirija una corriente de protesta que se extienda desde EE.UU. hacia todo el globo. El descontrol nos está desbordando.

A esto se suman las noticias de miles de muertes y desgracias producto de esta terrible pandemia; además de la necesidad y angustia diaria en la que viven muchas personas al momento de salir a buscarse el pan, exponiendo su vida y las de sus familiares. Esta penosa situación nos debe llevar a tener una actitud de mayor empatía por el prójimo, poniéndonos en los zapatos del otro al momento de querer lanzar alguna crítica; esa actitud de corazón nos va a permitir encontrar paz interior y poner los mejores esfuerzos para convertirnos en parte de la solución y no agudizar más el problema.

Por otro lado, entrando más en materia, las estrategias que se vienen lanzando para combatir este virus se vuelven cada vez más sofisticadas. El uso de la tecnología, al parecer, va a ser un imperativo en la lucha contra esta terrible enfermedad. Países como la India, Corea del Sur, Reino Unido, China, Hong Kong, Singapur y varios países de Europa, confían en que el seguimiento de las personas, es la principal herramienta para detectar a tiempo a los infectados; para tal efecto, los ciudadanos tienen que descargar aplicaciones en su teléfono inteligente con la finalidad de que sus gobiernos puedan identificar el riesgo de contraer y propagar a su vez el virus. Posiblemente en algunos países de América Latina y El Caribe (ALC), esta tendencia se convierta también en una realidad mucho más rápido de lo que imaginamos.

Pero estas prácticas gubernamentales de rastreo de contactos ¿Qué tantas implicancias tendrán en cuanto a nuestras libertades civiles? ¿Cuánto podemos sacrificar de nuestra intimidad, para que la efectividad del control del Covid 19 funcione? Considero que, si no llegamos a desarrollar antes o paralelamente al uso de estas aplicaciones de seguimiento, leyes de protección de datos de nuestra privacidad y de control de nuestra vigilancia, podemos ser víctimas de eventuales gobiernos autoritarios que se aprovechen de estos recursos para dar rienda suelta a prácticas de espionaje, control ciudadano, súper vigilancia masiva, entre otras siniestras modalidades de persecución social y política. Podríamos fácilmente enmarcarnos en un capítulo de “1984”, teniendo a nuestro omnipresente Gran Hermano, controlando cada paso que damos.

Desde cámaras de vigilancia, sensores térmicos, app descargadas desde el celular, y las propias redes sociales; en todo tiempo se están recogiendo nuestros datos. Estos tienen que ver con el contenido que compartimos, los datos de las fotos que subimos, mensajes enviados de manera pública y privada, lista de contactos, datos de nuestro perfil, nuestras interacciones, nuestra localización, etc.

Estos datos personales son utilizados para sugerirnos mayor información, para definir patrones de nuestro comportamiento, generarnos emociones, segmentarnos en campañas publicitarias, etc. Y es que, tanto el gobierno como las corporaciones, cuando tienen el acceso a todos nuestros datos, por ejemplo, cuanto ganamos o cuanto gastamos, los algoritmos de aprendizaje utilizados por la inteligencia artificial se encargan de sistematizarlos para finalmente encerrarnos dentro de lógicas de economía global, convirtiéndonos en una especie totalmente predecible y manipulable a la vez.

  1. LA SALUD PÚBLICA Y EL RASTREO DE LOS ASINTOMÁTICOS:

La excusa perfecta que ha servido a muchos países para implementar sus mecanismos de vigilancia social, ha sido la salud pública. Nuestra privacidad puede dejarse de lado, si se trata de priorizar el rastreo de los asintomáticos, los cuales son la principal fuente de propagación del virus. En un mundo tan interconectado como el nuestro, la lucha contra la pandemia ya no solo es tarea de virólogos y epidemiólogos, sino también de expertos en informática y de científicos en datos.

Y es que, para los impulsores de la vigilancia digital de personas, actualmente el big data, no solo previene el contagio del virus, sino también puede salvar vidas; estas afirmaciones son sustentadas por ejemplo en el exitoso control de la pandemia de los países asiáticos utilizando estos métodos tecnológicos, en contraste con EE.UU., Europa y ALC, quienes prácticamente tienen su sistema sanitario colapsado.

Para nadie es un secreto que, con esta pandemia, los cambios de paradigmas se han acelerado exponencialmente. Hemos incursionado potentemente a la era digital, y la vigilancia y el poder de rastreo de enfermedades, hoy en día, se puede dar en tiempo real. En China ha sido un éxito el uso de las cámaras térmicas que toman la temperatura a distancia, son una herramienta de detección y alerta para controlar el avance del coronavirus, para dicho efecto, el control de datos, el reconocimiento facial y el seguimiento posterior resultan ser muy importantes. Otro caso de éxito es el de Corea del Sur, quien fue golpeado por la epidemia del SARS 2003, por lo cual su gobierno tuvo que prepararse para afrontar este tipo de emergencias sanitarias. La política de rastreo de Corea del Sur ha sido catalogada como un éxito para el control de la pandemia. La trazabilidad del virus es permanentemente controlada y el testeo masivo complementa una estrategia muy efectiva.

Sin embargo, no todo es perfecto. La contraparte a este eventual éxito por parte de Corea del Sur, vienen siendo los cuestionamientos por parte de la ciudadanía que está viendo amenazada su privacidad.

Las coronapps, monitorizan absolutamente todos los movimientos de los ciudadanos sur coreanos, esto está trayendo consigo despidos por mentiras en el trabajo, divorcios por infidelidades, disminución de las coberturas de los seguros por accidente, entre otros.

En ese sentido, si bien es cierto los resultados avalan las prácticas de monitoreo y control de la propagación del virus, se debe, asimismo, establecer una clara y marcada línea que garantice la privacidad de las personas. Recordemos que uno de los derechos fundamentales de los seres humanos es la libertad y esta no puede verse restringida ni vulnerada por la salvaguarda de otro derecho, como es la salud pública. La regulación constitucional en estos casos debe ser muy precisa, sin menoscabar ningún derecho fundamental.

  1. LA ECONOMÍA O LA SUPERVIGILANCIA:

Otro de los factores que puede impulsar el uso de instrumentos de vigilancia ciudadana es en definitiva el factor económico. Nuestra economía está siendo dañada debido a las medidas de aislamiento social y la extensión prolongada de la cuarentena. Este preocupante escenario está motivando a países de Europa, EE.UU. y ALC, a plantearse la posibilidad de flexibilizar su regularización con respecto a la utilización de datos de las personas y su control social para el control de la pandemia; imitando de esa forma a las políticas implementadas por los países asiáticos.

Más allá de las medidas adoptadas en el ámbito fiscal, monetario y financiero con la finalidad de mitigar el impacto económico del virus; se han implementado también subsidios salariales, transferencias monetarias y medidas económicas para ayudar a los hogares y empresas más vulnerables; sin embargo, ninguna medida parece ser suficiente. Esta situación está afectando el régimen capitalista de los países, con lo cual el recorte de las libertades civiles y el incremento de la vigilancia ciudadana mediante tecnologías digitales, aparece como una oportunidad de supervivencia del capitalismo.

Este escenario tan crítico en el que estamos entrando producto de la paralización económica, va a motivar a que los gobiernos, ya sea por un tema de conveniencia política, carácter ideológico o porque su margen de maniobra presupuestal no da para más, recurran a las corporaciones tecnológicas para que puedan cumplir un papel más efectivo en cuanto a la vigilancia ciudadana.

Este papel que podría ser impulsado desde el gobierno, con sus propias herramientas institucionales, va a ser entregado a empresas privadas que van encargarse de esta delicada tarea. Esto ya está ocurriendo en la India, gran parte de los países asiáticos, Reino Unido, EE.UU., etc., están entregando estas facultades de rastreo a sus corporaciones multinacionales, como Tech Mahindra, Huawei, Google, Apple, etc., las cuales ofrecen sus poderosas herramientas de big data y geolocalización para combatir el Covid 19 y de paso, almacenan datos de millones de personas en todo el mundo.

Esta nueva forma de Neoliberalismo Tecnológico, requiere ser observado muy de cerca, sobre todo por la regularización que debe existir dentro de un marco democrático. Este papel de “vigilante ciudadano” que se les está otorgando a las corporaciones debería entenderse que solo es debido a este contexto de lucha contra la pandemia, el mismo que no debe extenderse para otros usos de carácter político, electoral o comercial. Son conocidas las malas experiencias que hemos visto en el indebido uso de nuestra información, como el escándalo de Cambridge Analytica y su determinante participación para la aprobación del Brexit y la elección de Trump, por citar algunos ejemplos.

LA REGULACIÓN DE LOS DATOS:

Actualmente existe una corriente muy fuerte que está impulsando el “solucionismo tecnológico”concepto del cual profundizaremos más en el próximo post-, como mecanismo virtuoso para combatir el virus a través del uso del big data, esto, sin la necesidad de cerrar fronteras, ni prolongar el lockdown, ni paralizar la economía del país. La Universidad de Oxford ha señalado por ejemplo que: “…la utilización de una app de rastreo de contactos, puede notificar inmediatamente a una persona infectada y a sus contactos para poder controlar la epidemia sin necesidad de cuarentenas masivas que son perjudiciales para la sociedad. Para que esto se haga efectivo, al menos el 60% de la población de un país necesitaría participar de este rastreo”. Una consideración nada desagradable, ni muy lejos de que se pueda implementar.

Por otro lado, hay otra corriente antagónica, que, por el contrario, alerta a la población con respecto a estas prácticas de control ciudadano; el Real Instituto Elcano de España por ejemplo señala que: “…la resaca que puede dejar la ampliación del poder policial en nuestras instituciones combinada con la -normalización- del acoso social, pueden producir una tormenta perfecta de autoritarismo”. Por otro lado, Evgeny Morozov, quien acuñó el término de “Solucionismo Tecnológico” mencionó en una reciente entrevista que: “…a menos que encontremos una alternativa, nos veremos atrapados en un triste proyecto neofascista que combina el estado de vigilancia de la derecha, con un sistema de salud privatizado y americanizado por Silicon Valley”. Un legítimo temor ante un escenario crítico, al cual podemos llegar, en definitiva.

Una señal que debe llamar nuestra atención, es en cuanto a la posición que viene adoptando la OMS en relación a las prácticas de rastreo implementadas desde Pekín. Por ejemplo, María Neira, Directora de Salud Pública de la OMS ha mencionado que: “…si bien es cierto no bendicen el caso chino, sin embargo, consideran que el manejo de la pandemia ha tenido resultados sin precedentes, los cuales, en una democracia total, no hubiese sido posible implementar, mientras en el caso del gigante asiático, debido a su régimen político existente, sí ha sido posible”. Si interpretamos entre líneas, lo dicho por la funcionaria de salud pública, la fortaleza del régimen político marcaría la pauta para el desarrollo de estrategias exitosas como las de China. Esto sin duda puede alentar al empoderamiento de gobiernos de mano dura y con poco talante democrático.

Tomando en consideración estos dos enfoques, me atrevo a afirmar que, tanto por factores de control sanitario como económicos, tarde o temprano los gobiernos van a terminar por legitimar el control y la vigilancia de la sociedad. En medio de nuestra actual situación va a resultar necesario “etiquetar” electrónicamente a los grupos de riesgo para que sus movimientos sean trazables y georeferenciados en todo momento.

Si estas prácticas no van a estar debidamente reguladas, las persecuciones ideológicas, políticas, raciales, etc., que se pueden generar, producirán efectos nefastos para la democracia. Por el contrario, si utilizamos el registro de datos para extender bienes y servicios básicos a las poblaciones más vulnerables, puede sin dudar tener otra connotación la utilización de estas tecnologías de rastreo. Estaremos atentos a cómo se va desarrollando esta tendencia.

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