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César Vallejo

Por: Arnulfo Benavente Díaz     

La vida de César Vallejo está llena de misterios, curiosidades y debates. Los biógrafos fijan su nacimiento el 16 de marzo de 1892 en Santiago de Chuco, La Libertad.

Alguien dijo una vez: “Nadie es profeta en su tierra”. El primer verso “La Aldeana”, publicada en Trujillo, fue acogido por círculos de intelectuales como modernista y según el historiador Jorge Basadre: “Una mezcla sedería exótica con los vivos colores de los tejidos autóctonos”. El escritor Ciro Alegría mencionó que en Trujillo las personas comentaban que a Vallejo le faltaba un tornillo.

El literato abandonó Trujillo y probablemente por este motivo se embarcó con destino a Lima el año 1917. En la revista Variedades de Lima calificaron su poema de la forma siguiente: “Un adefesio, burradas, acreditado para el acordeón o la ocarina más que para la poesía”. Pero es bien recibido por los  intelectuales: Abraham Valdelomar, Manuel González Prada y José María Eguren.

En 1919 pública Los Heraldos Negros y Trilce en 1923. Los diarios de la capital se expresaron con cautela. Los críticos escribieron que eran unos poemas extraños y un discípulo de Rubén Darío.

Vallejo pierde su trabajo como profesor y viaja a París, Francia en 1923. Ingresa al Partido Comunista español. Estudia materialismo histórico y abraza el marxismo. Viaja a Berlín, Moscú, Praga, Viena, Budapest, Venecia, Florencia, Roma, Pisa, Génova y Niza. Escribe las obras: Paco Yunke, Tungsteno, Reflexiones al pie del Kremlin, El Arte y la Revolución, Contra el Secreto Profesional.

En 1938 según los historiadores: “Un estado de debilidad permanente lo agota física y psíquicamente, una fiebre constante lo atormenta y lo obliga a guardar cama”. Una mañana del 15 de abril, muere Vallejo en presencia de su esposa Georgette y amigos. Sus últimas palabras fueron: “Allí pronto navajas. Me voy a España”.

Sobre el estilo y creencias de Vallejo hay varias observaciones, José Carlos Mariátegui, prosa: “Se encuentra en su poesía sobre todo de la primera manera, elementos de simbolismo, tal como se encuentran elementos de expresionismo, dadaísmo y de suprarrealismo”.

Dicen que fue cristiano confeso. Otros lo ubican como ateo y agnóstico. La esposa habría dicho que en su agonía Vallejo habló: “Cualquiera que sea la causa que tenga que defender ante Dios más allá de la muerte, tengo un defensor: Dios”. Estás palabras son falsas para algunos pensadores. Nosotros proponemos una observación materialista al poema Los Dados Eternos: “El hombre si te sufre, el Dios es él”. Es decir el ser humano es el creador de mitologías.

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