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¡YA NO ERES NIÑA… MADURA!

“SON COSAS MÍAS”

Por: Jack Chirinos Sarmiento

Muchas veces, tenemos que aprender a madurar y aceptar el paso del tiempo, muchos de nosotros queremos ser siempre niños, adolescentes y jóvenes, pero hay que tener presente que el tiempo siempre es nuestro peor enemigo. Esta historia trata de ello, ojalá les agrade.

Después que la vi nuevamente, habían pasado muchos años, pero seguía conservando toda su belleza y sensualidad y aún más, seguía siendo la persona buena onda que siempre conocí y quise un montón. Ese era el recuerdo que tenía de ella y lo confirmé al volver a verla.

La primera vez que nos vimos fue una experiencia sobrenatural para ambos, creo que todo había quedado estancado en el tiempo para nosotros y nuestro pasado seguía latente. Sus primeras palabras fueron: ¿Estás igual que antes, no cambiaste nada? Y las mías ¿Tú igual y de verdad estoy impresionado? Lo que pasó después fue lindo porque sentimos ambos que el amor seguía intacto y en ese momento nos necesitábamos más que antes.

Fueron días hermosos, de risas y llantos, de alegrías y tristezas y sobre todo de felicidad. Pasamos muchas experiencias y situaciones que no había hecho durante muchos años, llegué a su casa y conocí a su familia, me sentía como un niño, temblando como si hubiera hecho algo malo, cuando me presentó a sus padres y hermanos, ella no lo supo, pero fueron pocas las ocasiones que tuve para relacionarme con alguien y sobre todo asumir un compromiso, de verdad no estaba acostumbrado a eso, pero ella me demostró que si podía.

La rutina fue siempre la misma: esperarla con ansías, escaparme con ella a cualquier lugar y terminar el día más feliz que nunca, la siguiente semana. Era feliz cuando la veía y con esa sonrisa me miraba y me decía ¡Hola! y eso era todo.

Ocurrió que un día la llamé, le escribí para poder verla después de muchos días, estaba contento y feliz de poder contemplar su hermoso rostro, ya faltaba poco para el reencuentro y bueno al final todo se canceló y volví a ser el chico de antes, que nunca quise ser.

Pasaron cosas que hicieron darme cuenta que ella era una niña, qué pensaba que el tiempo nunca pasó, que los años se estancaron, que ella podría encapricharse cuando quería. Traté de comprenderla, siempre traté de hacerlo. Lo único que quise y necesité era que ella se dé cuenta que la vida pasa y pasa y tenemos pocas oportunidades para ser felices.

Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, esa frase la escuché hace poco y recordé esta historia con nostalgia. Personalmente perdí muchas cosas, pero logré recomponerme y siempre trataré de encaminar mi vida, soy consciente que el tiempo al final nos pasará factura, téngalo por seguro. Los demás detalles no puedo contarlos, porque esas sí SON COSAS MÍAS.

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