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¡Nada deberá volver a ser como antes!

Miles de muertos asolan a varios países, la economía está afectada, la sociedad se acuartela sin distinción de clases, los gobiernos ensayan nuevas políticas ante un mal desconocido que no tiene vacuna. La ciencia no promete en lo inmediato alguna cura.

El coronavirus o COVID-19 ha estremecido al mundo. Miles de muertos asolan a varios países, la economía está afectada, la sociedad se acuartela sin distinción de clases, los gobiernos ensayan nuevas políticas ante un mal desconocido que no tiene vacuna. La ciencia no promete en lo inmediato alguna cura.

No se sabe cómo se originó, algunos afirman que tiene procedencia por consumo de animales silvestres, otros que fue creado con propósitos políticos o fue una falla de un laboratorio de armas biológicas, la mayoría de las respuestas de su nacimiento son fakes news (noticias falsas).

Ya no importa ahora eso, lo que importa es como enfrentamos a este enemigo no visible que se interna en nuestro cuerpo y si nos encuentra sin defensas nos quita la vida.

Las armas las tenemos nosotros mismos y esa es el aislamiento total y la limpieza absoluta por largas semanas hasta su desaparición. Sin embargo, eso no es posible, tenemos que garantizar nuestra vivencia con alimentos que comprar, seguir trabajando y comunicándonos. La vida y la economía se enfrentan como si fueran adversarios.

Algunos países no totalmente liberales tomaron la primera alternativa de declarar cuarentena y disponer los presupuestos para atender la logística de la sanidad, atender a las personas más vulnerables.

En este camino están China, México, Perú, Argentina, Chile y otros. De otro lado, los que argumentaban que la economía y la producción no pueden detenerse, que el Estado debe agendar conductas a sus ciudadanos asegurando su libre tránsito, trabajo y estudio están Reino Unido, España, Italia y Estados Unidos y otros. Los primeros logran bajar el incremento de afectados y a los segundos se les multiplicó los afectados a nivel exponencial.

En nuestro país están ya definidas las conductas que tenemos que asumir en estos periodos de cuarentena. En un escenario positivo al final de nuestro retiro, las estadísticas deben comenzar a decrecer los contagiados.

Si eso fuera así, se abre otra interrogante, ¿Volveremos a vivir la rutina de antes? Todo indica que no, algunas restricciones deberán continuar porque si no volveremos al punto inicial porque el virus no desaparecerá.

La economía en este escenario estará fuertemente afectada pues un mes de parálisis tiene efectos en el empleo e ingresos. Se espera que las inyecciones presupuestales como el Bono, el retiro de parte del CTS, la reprogramación de pagos financieros, las partidas para alimentos para los vulnerables y otros inyecten capacidad de compra en los ciudadanos.

Con este modelo Keynesiano nos fue bien en la crisis del 2009, pero nos fue mal en 1985 con Alan García en donde la inflación galopante se combinó con recesión.

Serán tiempos de alta cirugía que van desde el comportamiento de los ciudadanos, si cambian a respetar las normas de convivencia como evitar las aglomeraciones, practicar el aseo constante. Si, el gasto público es eficiente sobre todo en los gobiernos locales y regionales para generar efecto multiplicador en el trabajo. Si los privados invierten y no se refugian en dolarizar sus ganancias y a esperar mejores momentos. Adicionemos que estamos en un mundo global herido, una Europa en duelo, un EE.UU. sucumbiendo y una China que demora en salir del nocaut, ellos bajaran sus demandas de metales y otras mercancías. Nos esperan tiempos difíciles, pero no insuperables.

En el mundo solo 2153 milmillonarios poseen más riqueza que 4600 millones de personas (un 60% de la población mundial), según revela Oxfam. En América Latina y el Caribe el 20% de la población concentra el 83% de la riqueza. De otro lado, estamos en afectaciones serias a la naturaleza y sus efectos con el calentamiento global.

Sumemos que hay guerras de disputa por el dominio territorial y fuertes inmigraciones por el hambre y la violencia. Este contexto ya no se debe repetir pues esta es la causa de muchas epidemias y pandemias de ayer, hoy y otras que vendrán a afectar a los más vulnerables y excluidos por el sistema imperante.

La lección debe ser aprendida. No debemos ser como antes. A lo mejor logramos controlar esta pandemia, pero si nada cambia vendrán otras más incontrolables porque la contaminación, pobreza y violencia son las parteras de estos males.

El mundo debe ser más equitativo y humano, las diferencias de clases no deben ser antagónicas, las oportunidades deben llegar para todos, la salud y la educación deberán ser de alta calidad, obligatoria y gratuita. Hoy la agenda es controlar, eliminar el COVID-19, si no logramos el futuro es incierto con hospitales colapsados y como reguero de pólvora la enfermedad esparcida. Ahora si reclamamos y demandamos de los científicos construir el mejor conocimiento para lograr la vacuna necesaria.

Así vamos, hasta ahora…

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