Licencia para el dialogo: a un año sin José Luis López Follegatti

Necesitamos un punto medio, un gesto de ambas partes que ayude a tender puentes para iniciar un diálogo transformador, algo así como una “licencia para construir confianza”.

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José Luis López Follegatti.

POR: JULIO FAILOC RIVAS

Se cumple un año de la partida de José Luis López Follegatti y el onceavo día de paralización contra el proyecto Tía María sin indicios ni condiciones para el diálogo.  Estoy seguro que el maestro de la concertación y el dialogo hubiera dicho: no será posible el diálogo si las partes no renuncian a una parte de la razón que los asiste.

Cuando nos referimos a las partes, no hablamos del gobierno, sino a la empresa Southern y a la población de la provincia de Islay, porque el gobierno ya hizo lo que no debió hacer: entregar la licencia de construcción sin previo diálogo con los pobladores de las zonas de influencia del proyecto. Al gobierno ahora le corresponde facilitar el dialogo para superar la polarización del conflicto y retomemos la senda del entendimiento.

Estoy seguro que también el maestro López Follegatti hubiera dicho que no es posible el dialogo con la consigna “Tía María no va” como tampoco insistir en el rollo de que “no se va a construir, ni mover un ladrillo, mientras no se resuelvan las preocupaciones sociales y ambientales de la población del Valle de Tambo” porque nadie cree en eso. Necesitamos un punto medio, un gesto de ambas partes que ayude a tender puentes para iniciar un diálogo transformador, algo así como una “licencia para construir confianza”.

Respetables analistas han propuesto una serie de alternativas de solución que van desde la consulta ciudadana a los pobladores de la provincia de Islay, hasta la creación de mecanismos de vigilancia y control ambiental, pero no se han puesto a pensar que ni lo uno, ni lo otro, aborda el tema central del problema y que no es otro que la pérdida de confianza. No niego que las propuestas sean interesantes si no que dudo que sean la solución a la polarización del conflicto.

La propuesta que sostengo aborda directamente la desconfianza y la planteé en un artículo anterior y ésta consistía en que Southern Perú debería renunciar a la licencia de construcción y empezar de nuevo de cero, con un nuevo EIA, cuyo desafío debería centrase en levantar las 138 observaciones de la UNOPS. La otra parte, como es obvio, debería comprometerse a participar activamente en la vigilancia del levantamiento de dichas observaciones.

En este proceso el gobierno debería garantizar profesionales internacionales probos para evaluar el nuevo EIA de Tía María. Pero como la desconfianza seguirá persistiendo, sugerimos un fideicomiso y la instalación de mecanismos de control y vigilancia ambiental que monitoree el cumplimiento de los compromisos relacionados con la gestión y mitigación de los impactos ambientales.

Por último, consideramos pertinente una inversión social que responda a las necesidades más sentidas de la población del Valle. Retomar la propuesta de la represa del Tambo que permita ampliar la frontera agrícola para los agricultores sin tierra es un gesto de la empresa Southern que estamos seguros será aplaudida por los pobladores de la provincia de Islay.

El dialogo exige renunciamiento de las posiciones de las partes, no hay otra. Hagamos que el conflicto con el proyecto Tía María sea una oportunidad para lograr una licencia para construir confianza con una actividad minera que cada día la población rechaza, pero que el país necesita para potenciar su desarrollo.

Ya no es suficiente la licencia social, ni la licencia de construcción, lo hace falta es darnos una licencia para el dialogo transformador, esa arma poderosa que nos enseñó José Luis López Follegatti, que ayuda a acercar a las personas y que en muchos casos logra transformar el conflicto en una oportunidad para el entendimiento a favor de las partes. Esto implica necesariamente una gran dosis de tolerancia, discernimiento y renunciamiento a una parte de lo que uno considera su razón.

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