La polarización de Tía María

Emociones negativas nutridas por gestos y actitudes entre los actores, se empoderan hasta ocupar cada polo del escenario descrito. Argumentos de uno y otro lado exhibidos como técnicos y racionales no son cotejados y surgen brechas insalvables.

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POR: JULIO FAILOC RIVAS

Revisando entre mis archivos encontré un escrito del maestro José Luis López de hace más de 10 años. Las ideas centrales le pertenecen a de él, yo solo me he remitido a actualizarla y contextualizarla al proyecto Tía María porque me parecen tan vigentes y útiles para entender en que momento nos encontramos.

La polarización es como un campo de energía destructiva donde nada de lo que diga y haga el otro es valedero. No existe punto medio o propuesta que recoja el interés de ambos. Lo válido es el triunfo sobre el adversario. No hay que confundirla con el conflicto de intereses o la diferencia de opiniones en donde el objetivo no es la anulación o desaparición del otro sino la negociación en un marco de mutua reconocimiento.

Sin embargo, es difícil distinguir en qué momento las diferencias empiezan a transformarse en polarización.  Emociones negativas nutridas por gestos y actitudes entre los actores, se empoderan hasta ocupar cada polo del escenario descrito. Argumentos de uno y otro lado exhibidos como técnicos y racionales no son cotejados y surgen brechas insalvables.

En sociedades como la nuestra una polarización en expansión, reabre heridas que costaron cicatrizar, engrandecen temores infundados y activa odios que parecían asuntos del pasado. El país tiene divisiones y diferencias, pero, aún no está polarizado. La mayoría de los ciudadanos no lo desea y recuerda sus devastadores efectos.

Nos preguntamos ¿Qué tanto el escenario actual del conflicto sobre Tía María, está contribuyendo a que el País reingrese a este campo de confrontación irreductible y autodestructivo de actores? Más allá de las justas críticas, de los sentimientos de indignación y las razonables demandas es necesario preguntarse qué escenario estamos construyendo con nuestras actitudes, la autoridad de nuestra palabra y el peso de nuestros actos.

Estamos en un callejón en donde ninguna de las salidas que dominan el conflicto son razonables: Un Tía María que no va; con ruptura con el Gobierno Nacional, demanda judicial de la empresa y rechazo de un sector de los medios y la opinión pública, no es salida, se habrá detenido algo, pero muy difícil que se pueda construir nada en su lugar. De igual manera viabilizar Tía María con represión y tutela militar, no conviene a nadie, genera división y aislamientos presentes o futuros.

Bajar el ritmo, tomar distancia y mirar a Tía María desde otra perspectiva es una decisión sensata. En la efervescencia nos cuesta saber si lo que estamos haciendo alimenta sin quererlo desenlaces autodestructivos, pero todo lo que hoy sembremos lo cosecharemos mañana, y será muy tarde para decirnos “Tal vez debimos ser más flexibles si ya habíamos avanzado bastante”.

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