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¡La batalla del Alto de la Alianza!

Por: Ing. Eduardo Jiménez Lazo

Este 26 de mayo del 2020, en medio de una pandemia que nos inhibe y atemoriza celebramos el cincuenta aniversario de la creación política de la provincia de Ilo, en tanto que en Tacna conmemoraban, celebraban, recordaban o qué sé yo, 140 años de la batalla del Alto de la Alianza, que se libró en la pampa Intiorko en 1880, en el marco de la Guerra del Pacífico, siendo una de las acciones militares más grandes y cruentas de la Campaña del Sur.

Se enfrentaron los ejércitos aliados de Bolivia y Perú, ambos dirigidos por el general boliviano Campero, contra el Ejército chileno al mando de Baquedano que resultó victorioso, trayendo consigo que Bolivia se retirará de la guerra, la cual continuaría solo entre las fuerzas de Chile y Perú.

Batalla, que como muchas otras deberíamos olvidar… ¿Los españoles y franceses no recuerdan el combate naval de Trafalgar? ¿O los franceses la batalla de Waterloo? ¿O los norteamericanos la guerra de Vietnam?… El festejar solo les corresponde a los vencedores. Los ingleses que han denominado Trafalgar Square a una plaza de Londres, para conmemorar el triunfo del Almirante Nelson.

No debemos recordar las batallas de Arica, San Francisco, San Juan, Miraflores, Huamachuco; los combates de Iquique, Angamos, porque fuimos perdedores, más aún cuando hoy los intereses sureños han conquistado parte de nuestros puertos, aires y comercio. A los chilenos jamás se les ocurriría celebrar, conmemorar, inmolar, recordar o hablar siquiera de su derrota en Tarapacá. Para ellos no existen las derrotas. Para mí tampoco…

En aquellos años aciagos, no tuvimos ni políticos ni guerreros. Ante el revés de la batalla del Alto de la Alianza, en tanto Daza era depuesto como presidente de Bolivia por Camacho, el presidente peruano Mariano Ignacio Prado decidió regresar a Lima ante los intentos golpistas de Piérola, dejando en Tacna al contralmirante Montero Flores al frente del Primer Ejército del Sur, en tanto el huyó al extranjero con la excusa de ir a comprar buques y armamentos. Prado emprendió dicho viaje en diciembre de 1879 y al frente del gobierno quedó el vicepresidente La Puerta, quien fue destituido por Piérola. Y ese mismo pueblo eligió dos veces como presidente del Perú a uno de sus hijos: a Manuel Prado Ugarteche, y además una de las principales vías de Lima lleva el nombre de otro de sus hijos: Javier Prado. Debemos destacar que los hijos de otro compromiso, Leoncio y Grocio Prado Gutiérrez murieron valientemente en la guerra.

El ejército chileno desembarcó por el antiguo muelle fiscal de Ilo, utilizando el ferrocarril para trasladarse a Moquegua, donde se libró la batalla de Los Ángeles, a la cual yo llamo las Termópilas peruanas en la cual tuvo destacada participación un antepasado mío, historia que en otra ocasión relataré.

Después de la batalla de Los Ángeles, los chilenos tras exigir elevados cupos a los moqueguanos, decidieron marchar sobre Tacna, pero los nuestros en lugar de esperarlos en Locumba o Sama donde llegarían cansados y sedientos, no atinaron a hacerlo, debido a que en sus filas no había oficiales de carrera. El único que se podría calificar como tal, era un hijo de Ramón Castilla que había estudiado en Francia. El resto, generalmente, valientes y patriotas eran “pitucos” improvisados como Alfonso Ugarte. Los chilenos habían sido formados en la escuela militar Bernardo O’Higgins desde la independencia por instructores prusianos.

Como una anécdota trágica, precisamos que a la medianoche del 25 de mayo se emprendió la marcha del ejército aliado a Quebrada Honda para tratar de sorprender a las fuerzas chilenas, pero sin embargo en medio de la noche perdieron el rumbo debido a la neblina y la expedición no tuvo éxito, por lo cual se tuvieron que volver a sus líneas, arribando a las 5 a. m. a la posición original.

Fueron 2 500 muertos de la alianza Perú Boliviana en tanto que solo 450 chilenos ¡Qué tal paliza…!!! Solo pelearon 9000 chilenos, los otros 5000 miraron, para que más.

¡Qué tal matanza! Recordemos la arenga del general George Patton a sus soldados en la II Guerra Mundial: “Ningún bastardo ganó jamás una guerra muriendo por su patria. La ganó haciendo que otro estúpido bastardo muera por la suya”.

Luego, al atardecer Tacna parecía una fiesta de banderas: italianas, francesas, inglesas, germano prusianas. Todos corrían a refugiarse a los consulados o huían a la sierra. Nunca llegaron las tropas arequipeñas comandadas por el coronel Leiva ni a Tacna ni a Arica, por órdenes expresas de Piérola. En tanto Bolognesi clamaba: “apure Leiva, la situación apremia”.

Pero las fuerzas arequipeñas, las mejores armadas y preparadas, que eran las mejores calificadas, no salieron ni combatieron durante los años de la guerra y la ocupación chilena, habiendo sido declarada Arequipa por sus autoridades “Ciudad Abierta” y a decir del historiador Vásquez Bazán “recibieron a los chilenos con chicha y flores”

Deberíamos recordar y enseñar a las nuevas generaciones en toda su crudeza, “en lugar de maquillar o dorar la píldora” disfrazando las carencias de los políticos y la falta de profesionalismo de los militares de esa época, ensalzando derrotas que deberían estar en el olvido.

Hoy en que la patria lucha contra otro enemigo, mortal e invisible, debemos tener coraje, que no es la ausencia de miedo sino el triunfo sobre el mismo. ¡La vida me ha enseñado que valientes no son aquellos que no sienten temor, sino los que lo superan y triunfan!

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