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Hasta pronto, señor y amigo

POR: CÉSAR CARO JIMÉNEZ.

Este último fin de semana, el ministro de Relaciones Exteriores Gustavo Meza-Cuadra condecoró con la orden “El Sol del Perú” en el grado de Gran Cruz al embajador saliente de Bolivia en Perú, don Gustavo Rodríguez Ostria, en reconocimiento a su trabajo para el fortalecimiento de las relaciones de amistad y cooperación bilaterales, de las cuales soy testigo de excepción, principalmente en todo lo relacionado a poner los cimientos básicos para hacer realidad, tarde o temprano el denominado Corredor Ferroviario Bioceánico Central, proyecto que beneficiara aparte de Bolivia y a Ilo, también a la región y a todo el sur del Perú, que lucha contra el agobiante centralismo limeño y otros tantos intereses de diversa laya y origen.

Embajador de Bolivia en Perú desde el 2014, se dio tiempo para seguir escribiendo, enseñando e investigando, teniendo como base sus estudios de economía e historia, habiendo escrito varias obras, algunas de las cuales se basan en hechos ligados a nuestra memoria común, como por ejemplo “Huéspedes Guerreros: El batallón “Sucre”  en el Sur del Perú 1879.1880”, en el cual relata la sacrificada y heroica participación del citado batallón boliviano en la infausta guerra del Pacífico, desmintiendo leyendas y creencias absurdas.

A decir verdad, no recuerdo cuando conocí y entable amistad con Gustavo, si fue en Bolivia, Lima o Ilo. Tan solo puedo decir que la misma fue creciendo en el compartir charlas en las cuales los sueños, ideas y sinceridad sin tapujos, me permitían admirar su vasta cultura y espíritu de bien, forjado en las canteras del compromiso social, sin dogmas y prejuicios dogmáticos o soberbios. Puedo decir que al igual que el personaje principal de “La Montaña Mágica” de Mann, está dispuesto siempre a aprender y enseñar con ejemplar modestia y caballerosidad sin límites, que lo hacen ser a la vez íntegro, sencillo, humano, servicial, humilde, firme, flexible y cariñoso, virtudes y forma de ser que le ganan el aprecio de todos aquellos que lo conocen, facilitando sus tareas como diplomático.

Por ello, apreciado amigo, como no me gustan las despedidas solo te diré hasta pronto. Sé que en algún momento volveremos a trabajar juntos y el día que eso pase será un día muy feliz para todos, porque creo que será con ocasión del inicio de los trabajos para hacer realidad el Corredor Ferroviario Bioceánico Central y la modernización del puerto de Ilo, a pesar de ciertos abandonos, mentiras, indiferencias y traiciones.

¡Hasta entonces, amigo fraternal, te deseo lo mejor tanto para tu persona, como para tu bella compañera y señora y todos tus seres queridos!

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