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El Congreso en cifras: Una explicación a su escasa representación

Escribe: Julio Failoc Rivas

Hace poco más de una semana DATUM mostró los resultados de su última encuesta, donde daba cuenta que el 53% de la población electoral no se sentía representado por el Congreso recientemente elegido. ¿Será posible un desgaste tan rápido de un congreso que aún no ha empezado a ejercer sus funciones? El artículo que presentamos intentará despejar esta y otras dudas más que están detrás de estas cifras.

Las proyecciones a boca de urna y el conteo rápido que hacen las encuestadoras el mismo día de las elecciones –tal vez por la forma en como lo presentan- nos hace perder de vista lo central del mensaje que nos deja los electores. Se escucha a más de un analista político responsabilizar a electores de lo mal que elige a sus autoridades, sin siquiera detenerse a analizar qué hay detrás de estas cifras y qué mensaje nos deja.

Los resultados de la ONPE al 100% nos muestran una pista para entender la escasa legitimidad del congreso de la que habla DATUM en su última encuesta y que más de uno no logra entender qué ha pasado. Algunos atribuyen a los destapes de los medios de comunicación que han puesto al descubierto algunas “joyitas” del Congreso recientemente electo. Otros señalan que es fruto de las pugnas internas de los partidos por el liderazgo en las bancadas.

Pero las cifras no engañan. Los electores hábiles alcanzaron casi un total de 24 millones 800 mil, de los cuales el 26% no fue a votar, el 14% voto nulo y/o blanco, haciendo que alrededor de 10 millones de electores no se contabilicen. Al final los votos válidos alcanzaron más o menos 14 millones 800 mil. De este total, 6 millones 422 mil votaron por una organización política que pasó la valla electoral y 4 millones 855 mil lo hicieron por un partido que no alcanzó la valla electoral.

Es decir, que, si consideramos el total de electores hábiles (24 millones 800 mil), tenemos que al final sólo el 28% (6 millones 422 mil) votó por un partido que pasó la valla electoral, mientras que el 17% lo hizo por una organización política que no alcanzó la valla electoral. Esto quiere decir que al final solo los que votaron por un partido que pasó la valla electoral, son los que terminaron de elegir al nuevo Congreso.

Es lógico entonces que los que no fueron a votar y/o los que votaron nulo/blanco y/o los que votaron por un partido que no pasaron la valla electoral, no se sientan representados en el nuevo Congreso.

Aún cuanto la explicación en torno a la legitimidad del congreso está clara, no deja de preocuparnos que una minoría termine eligiendo las autoridades políticas. Urge priorizar, entre otros temas, no solo la reforma política que ayude a mejorar la oferta electoral, sino que también se debe revisar los mecanismos y/o metodología para una mejor asignación de la cuota parlamentaria que más justa y representativa, y ayude a garantizar una mayor legitimidad de las autoridades políticas elegidas.

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